El señor paciencia volvió a incorporarse a mi vida luego de muchos meses perdido, ¿dónde? en el mar de los suburbios, teñidos de alcohol, mujeres, sexo y otras posibles drogas. Lo busqué yo.
Aún me pregunto por qué lo hice, quizás efectivamente la roja enamorada me volvió celosa y no quiero/puedo hasta el día de hoy admitirlo.
Pero en fin, cuestionarse el porque del inicio de lo que ya terminó no es menester. (ya hay suficiente tortura mental con tres mil fotos en las redes sociales). Le ofrecí cigarros en la biblioteca como señal de tregua. Inevitablemente me jacté casi instintivamente.
De la misma manera, casi espontánea, surgieron las tres mil y un conversaciones por otras redes sociales que abarcaban días casi enteros, y desde su crepúsculo hasta el alba.
Solo faltaba la instancia para que ocurriera lo que ambos sabíamos que iba a ocurrir. Lo inevitable.
El señor paciencia no se mostraba interesado, pero yo que soy la pasión andante no pude contenerme y, durmiendo en los pasillos de nuestra universidad tapados con pocas frazadas, ocurrió.
Creo que pocas veces me he sentido como en tal situación; una vela apagada que de un segundo a otro se transforma en una fuerte llamarada, que amenaza con quemar todo lo existente en el universo. Al día siguiente creamos, un signo más de libertad, en palabras de cortázar. Y me enamoré, en un día me enamoré.
Fue necesario para no perderte quitarle al señor paciencia el velo que le cubría la vista desde hace ya meses. y conté la hiriente verdad. Me mordía los labios, mientras mis lagrimas corrían incesantemente, sudaba frío, y tenia miedo de que el señor paciencia volviera a transformarse en el señor ira. Pero no fue así, señor paciencia desapareció, y señor decepción se incorporó de la manera más elegante e hiriente existente.
Creo que ahí debí haberme percatado que intentando construir sobre una base inestable, lo único que iba a conseguir sería inestabilidad.
Ya estoy llorando, me da risa lo bipolar que soy a veces.
Sigo, luego desapareció señor decepción y volvió el señor paciencia prometiéndome el cielo el mar y la tierra. Señor paciencia tenia buenas intenciones, todos lo sabemos, porque sin duda con el renacer de septiembre el fue el que tuvo que morir.
Dos semanas, un mes, y un mes y algo más, el 13 se transformaba en un hito importante cada mes. Y wow, da pena acordarse de la gloria estando en la mierda misma.
Estábamos en nuestro refugio, ese pequeño nido de sábanas frazadas enrolladas, pizza en el velador y televisión prendida. un universo paralelo a cualquier otro. recuerdo la presión de estar entre tus brazos, mientras me quitabas el pelo de la cara, y el señor paciencia me besaba en la frente de una forma tan dulce y tan pura que pensé estar pisando piso solido.
En fin... los días siguieron me esforcé en ganarme tu confianza, en sacar esto adelante, en demostrarte que todos los errores habían desaparecido, y yo seguía siendo la misma.
Pero es asqueroso mentirle al mundo, pero torturante mentirse a uno mismo. Yo no era la misma.
El señor paciencia la vez pasada me había echo ser una persona fuerte, una persona egoísta, una persona individualista, una persona solitaria, una persona que se quería a sí misma... y por lo tanto no aguanté lo mismo que antes.
Desde que el señor paciencia cayó en un desliz con la señorita putita de turno, y no me contó todo.... cambió la relación. Me perdiste, poco a poco cada cosa tuya me molestaba, cada gesto del cual antes me reía me causaba repugnancia. Dejaste de gustarme, y sufría al ver como te esforzabas por intentar reconquistarme. A veces volvía a sentir esa chispa de aquello que fue una llamarada, aunque no tardaba en extinguirse.
No me desencanté sola.
-Eres una inútil-
-Cómo tan idiota-
-Weona loca-
-No eres nada de lo que busco en una mujer-
-por qué no te dejas de dar jugo?-
-Vine a la playa para desahogarme y me seguí weando por weas-
-Me voy a conseguir una mina que no hable para que no sea tan paca-
Y así, esas me marcaron, y las cicatrices rompieron con su trazo cada uno de los sentimientos que pude sentir por ti.
Los recuerdos bonitos se tiñeron de colores sepia, los esfuerzos las ganas, se hundieron dentro de las arenas en la cual edificamos. Y el señor paciencia, dejo de ser paciencia, ahora es la nada.
La nada que ahora quiero en mi vida, no son los vestigios de la paciencia, es la nada que me deja en calma que me reconforta, que me abraza en las noches. esa nada soy yo.
Siempre querré al señor paciencia, siempre estará presente en aquellos recuerdos sepia y los miraré con una sonrisa. borraré lo malo sin antes aprender de ello. Solo pido que me tengas paciencia... y no me hagas más daño del ya hecho.
Sin ánimo de odio, sin rabia ni resentimientos, te agradezco por hacerme crecer, y hacerme mucho más fuerte.
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